Artículo original

Nivel de conocimiento del profesional de Enfermería en la atención de adolescentes con conductas disruptivas

Level of knowledge of nursing professionals in the care of adolescents with disruptive behaviors

 

Tamara Estrella Smith-Calderón1*  https://orcid.org/0009-0005-2985-7774
Benito Ricardo Payarés-Comas2 https://orcid.org/0000-0003-4197-2124
Magdalena de la Caridad Montalvo-Díaz3  https://orcid.org/0000-0002-1637-4133
Rolando Rodríguez-Puga4  https://orcid.org/0000-0003-3350-374X
Yaniar Zayas-Bazán-Carballo5 https://orcid.org/0000-0002-9249-4997
Yoánderson Pérez-Díaz6 https://orcid.org/0000-0002-9249-4997

1 Instituto de Enseñanza Superior del Ministerio del Interior. Cátedra de Derecho. Camagüey, Cuba.
2 Universidad Ignacio Agramonte y Loynaz. Departamento de Marxismo-Leninismo. Camagüey, Cuba.
3 Universidad Ignacio Agramonte y Loynaz. Departamento de Información Científica. Camagüey, Cuba.
4 Hospital Pediátrico Provincial Dr. Eduardo Agramonte Piña. Departamento de Epidemiología Hospitalaria. Camagüey, Cuba.
5 Dirección General de Educación. Departamento de Formación Pedagógica, Superación y Actividad Científica. Camagüey, Cuba.
6 Hospital Pediátrico Provincial Dr. Eduardo Agramonte Piña.  Departamento de Epidemiología Hospitalaria. Camagüey, Cuba.

*Autor para la correspondencia (email): t8086503@gmail.com


RESUMEN
Introducción: Los profesionales de Enfermería deben tener un amplio conocimiento sobre el tratamiento de conductas disruptivas en adolescentes para minimizar conflictos familiares y sociales, así como prevenir el bajo rendimiento académico asociado a dificultades emocionales.
Objetivo: Evaluar el nivel de conocimiento de los profesionales de Enfermería para la atención de adolescentes con conductas disruptivas.
Métodos: Se realizó un estudio descriptivo, cualitativo y transversal, en el Instituto de Enseñanza del Ministerio del Interior de la provincia Camagüey, entre los meses de julio y diciembre de 2024, que incluyó los policlínicos: José Martí, Previsora, Tula Aguilera y Rodolfo Ramírez Esquivel, pertenecientes al municipio Camagüey. De un universo de 132 enfermeros, se seleccionó una muestra no probabilística intencional de 54. Se estudiaron variables como: grupos de edades, sexo y diferentes dimensiones del conocimiento: influencia, intervención y educación familiar e impacto social.
Resultados: En relación al conocimiento de la muestra sobre la influencia familiar, el 66,7 % mostró un nivel alto. Del mismo modo, las entrevistas sobre la intervención familiar, reflejaron que el 51,9 %, tuvo una puntuación alta; mientras en la dimensión sobre el rol de la educación familiar, el 55,5 % obtuvo iguales puntajes. Entretanto el impacto social mostró un nivel alto (48,1 %), al igual que en la evaluación general del instrumento.
Conclusiones: Los enfermeros con experiencia en abordar conductas disruptivas poseen un nivel alto de conocimiento, lo cual favorece la prevención y tratamiento. No obstante, se requieren programas educativos para mejorar la comprensión y fomentar prácticas saludables en la atención al adolescente.

DeCS: PROFESIONALES DE ENFERMERÍA; CONOCIMIENTO; CONDUCTAS DISRUPTIVAS; ADOLESCENTES; FAMILIAS DISFUNCIONALES.


ABSTRACT
Introduction: Nursing professionals should have extensive knowledge about the treatment of disruptive behaviors in adolescents to minimize family and social conflicts, as well as prevent poor academic performance associated with emotional difficulties.
Objective: To evaluate the level of knowledge of nursing professionals in the care of adolescents with disruptive behaviors.
Methods: A descriptive, qualitative, and cross-sectional study was carried out at the Teaching Institute of the Ministry of the Interior in the municipality of Camagüey, between July and December 2024, which included the following polyclinics: José Martí, Previsora, Tula Aguilera, and Rodolfo Ramírez Esquivel, belonging to the municipality of Camagüey. From a universe of 132 nurses, purposive non-probability sample of 54 was selected. Variables such as age groups, sex, and different dimensions of knowledge were studied: family influence, intervention, education, and social impact.
Results: Regarding the sample's knowledge on family influence, 66.7% showed a high level. Similarly, the interviews on family intervention showed that 51.9 % scored high; while in the dimension on the role of family education, 55.5 % obtained the same scores. Meanwhile, the social impact showed a high level (48.1%), as in the general evaluation of the instrument.
Conclusions: Nurses with experience in addressing disruptive behaviors have a high level of knowledge, which favors prevention and treatment. However, educational programs are needed to improve understanding and promote healthy practices in adolescent care.

DeCS: NURSING PROFESSIONALS; KNOWLEDGE; DISRUPTIVE BEHAVIORS; TEENAGERS; DYSFUNCTIONAL FAMILIES.


Recibido: 06/05/2025
Aprobado: 06/07/2025
Ronda: 2


 

 

INTRODUCCIÓN

La Organización Mundial de la Salud (OMS) identifica la violencia como uno de los problemas más relevantes de la salud pública debido a las implicaciones sobre el bienestar físico y mental de las personas. Los datos reflejan que los episodios de violencia ocurren con mayor frecuencia entre conocidos, amigos y familiares. Además, se observa con mayor frecuencia en adolescentes, adultos jóvenes y puede estar relacionada con variables socioeconómicas o la existencia de otros factores de riesgo o situaciones de vulnerabilidad.(1)

En consecuencia, este comportamiento es causa de las conductas disruptivas en los adolescentes. En este sentido, el estudio de Villegas,(2) devela que las conductas disruptivas que muestran los adolescentes constituyen una de las principales complicaciones a nivel social, debido a las secuelas que genera a nivel personal y familiar.

En países industrializados preponderan las perturbaciones psicológicas en los adolescentes; dentro de ellas, hacen referencia a los trastornos emocionales, la ansiedad, la depresión y los comportamientos disruptivos, que también se manifiestan en las escuelas y comunidades. En América Latina y el Caribe, los adolescentes enfrentan una alta tasa de violencia interpersonal y trastornos mentales, evidenciándose en homicidios, lesiones, ahogamiento y suicidios, con carencias significativas en la prestación de servicios de salud a los adolescentes.(3,4)

Sin embargo, en Cuba, los profesionales de la Enfermería trabajan en los distintos niveles de prevención, lo que permite cumplir con diversos programas dirigidos a niños y adolescentes. En este sentido, se pretende modificar las conductas inapropiadas con la recuperación de la salud mental y los hábitos de vida saludables en un ambiente familiar, escolar, comunitario y social estables. (5)

Resulta necesaria la intervención clínica profesional de Enfermería para la atención de estos casos, mediante la terapia cognitivo-conductual que involucra a los padres. Se trata de indicadores de prevención que se asumen a partir de la evaluación y el control asistencial. El apoyo de un profesional de la salud puede ayudarle a reemplazar las conductas desadaptativas por otras más saludables y eficaces, así como a comenzar a tratar las causas subyacentes de dichas conductas.(3,6)

De acuerdo con los autores, los enfermeros desempeñan un papel dinámico en la intervención y el manejo de estos pacientes. Se trata de profesionales que participan en diversas etapas del proceso de implementación de políticas y pueden hacer importantes contribuciones desde el punto de vista de la prevención y promoción de salud. Para ello es necesario aumentar la capacidad de los enfermeros y docentes de Enfermería en temas actuales y relevantes en la atención a los adolescentes.(5,6) Para Aranda  et al.,(7)es vital analizar la importancia de la utilización de las habilidades comunicativas por parte de los profesionales de Enfermería. Además, los comportamientos disruptivos, tales como arrebatos de cólera y agresión, están entre las razones más frecuentes de consultas ambulatorias. La irritabilidad es el síntoma central del trastorno negativista desafiante, mientras el comportamiento agresivo está más asociado con el trastorno conductual o disocial.(8)

Se ha identificado que los hogares donde se presenta el trastorno comparten características como prácticas disciplinarias inadecuadas y relaciones conflictivas con presencia de agresividad intrafamiliar. Por lo tanto, la disminución del problema conductual mediante el actuar del profesional de Enfermería, debe estar determinado en primera instancia en los adolescentes y luego en sus familiares.(9)

Los padres deben involucrarse en las estrategias que la institución aplique, para mejorar las conductas disruptivas en los hijos. La mayoría necesitan recibir educación, capacitación e información para mejorar el funcionamiento de la familia y la capacidad para criar a sus hijos. La prevención consiste en educar, potenciar el desarrollo integral de la persona, fomentar la adquisición de las habilidades para saber afrontar y resolver aquellas situaciones que pongan en riesgo su salud.(10,11,12)

La atención psicológica es fundamental en la promoción de la salud mental y el bienestar general de la comunidad. A través de la intervención psicológica, se previenen enfermedades mentales, se mejora la calidad vida de los individuos y se fortalecen las relaciones familiares y sociales. Dentro de las estrategias de intervención están las educativas, las cuales deben ser planteadas por equipos multidisciplinarios formados por profesionales de Enfermería, Psicología, Trabajo social, médicos y personal especializado en el área de salud mental o psiquiátrica.(13,14)

Cuando se presentan conductas disruptivas en los adolescentes, es importante ofrecer desde la Psicología una orientación para el sistema familiar sobre pautas de crianza, puesto que esto puede ser de gran apoyo para disminuir ese comportamiento.(15) En un estudio realizado por Fernández,(16) se expone la importancia del enfoque familiar, escolar y social, con el objetivo de obtener mejoras a nivel personal y familiar.

Por estas razones se debe elevar la competencia profesional de los profesionales de la salud y de manera particular, en los de la Enfermería, para obrar y transformar la realidad en bien del ser humano. Esta problemática cobra mayor magnitud en un sector tan importante como el de la salud, por lo que las mencionadas aspiraciones se convierten en un componente clave para poder asegurar calidad, eficiencia y pertinencia.(17,18) Debido a la importancia de estos elementos, los autores consideraron realizar la investigación, con el objetivo de evaluar el nivel de conocimiento del profesional de Enfermería en la atención de adolescentes con conductas disruptivas.

 

MÉTODOS

Se realizó un estudio descriptivo, cualitativo y transversal, en el Instituto de Enseñanza Superior del Ministerio del Interior del municipio Camagüey, entre los meses julio y diciembre de 2024, que incluyó los policlínicos José Martí, Previsora, Tula Aguilera y Rodolfo Ramírez Esquivel, pertenecientes al municipio Camagüey. El universo lo integraron 132 enfermeros que cumplieron con los siguientes criterios:

Criterios de inclusión:

Profesionales de Enfermería con más de dos años de graduados y con disponibilidad para participar en el estudio, previa firma del consentimiento informado.

Criterios de exclusión:

Profesionales de Enfermería que no completaron en su totalidad el llenado del instrumento evaluativo (anexo) o que estuvieron ausentes durante la aplicación del instrumento.

La muestra no probabilística seleccionada de forma intencional la integraron 54 enfermeros y se consideraron las variables:

Grupos de edades por años (20-29, 30-39, 40-49, 50-59, 60 y más).
Sexo: Masculino o femenino.

 

RESULTADOS

En la tabla 1 se muestra el total de profesionales de Enfermería que participaron en la investigación. Los grupos de edades con mayor cantidad de estos fueron el de 50-59 años (33,4 %) y el de 40-49 años (22,2 %) respectivamente. El mayor número, 43 (79,6 %) eran del sexo femenino. La media para la edad fue de 46,12 años, con una desviación estándar de 13,45 (Tabla 1).

Con respecto a la dimensión, conocimiento sobre la influencia familiar (tabla 2) el 29,6 % de los profesionales estuvieron de acuerdo con lo enunciado en el ítem 1 (Entiendo cómo las dinámicas familiares afectan el comportamiento de los adolescentes). No obstante, existió predominio de los que se mostraron totalmente de acuerdo con el ítem 2 (Reconozco la importancia del apoyo emocional familiar en la prevención de conductas disruptivas). Del mismo modo, el 35,2 % manifestó estar totalmente de acuerdo con el ítem 3 (Soy consciente de cómo los estilos de crianza influyen en el desarrollo de conductas problemáticas). De manera general, el 66,7 % expuso un nivel de conocimiento alto (Tabla 2).

Los resultados en relación a la dimensión (estrategias de intervención familiar) se presentaron en la tabla 3. En el ítem 4 (Sé qué estrategias familiares pueden ser efectivas para abordar conductas disruptivas) el 31,5 % de los contribuyentes refirió estar totalmente de acuerdo. Asimismo, en el ítem 5 (Conozco la importancia de la comunicación abierta entre padres e hijos en la gestión de problemas de conducta) en el 35,1 % predominó la misma categoría. Entretanto, el 33,3 % se mostró totalmente de acuerdo con el ítem 6 (Entiendo cuándo es necesario buscar ayuda experta para tratar conductas disruptivas). En términos generales el 51,9 % objeto de estudio, presentaron una puntuación alta (Tabla 3).

 

En relación con la dimensión (rol de la educación familiar y cada una de sus categorías) existió superioridad de estos expertos que se mantuvieron neutrales con lo referido en el ítem 7 (Estoy informado sobre la educación familiar como un recurso clave para prevenir conductas disruptivas). Mientras tanto, el 37 % estuvo de acuerdo con lo expresado en el ítem 8 (Reconozco que la formación en habilidades parentales puede contribuir a mejorar el comportamiento de los adolescentes). A su vez, el 35,2 % estuvo de acuerdo con lo referido en el ítem 9 (Sé que el involucramiento de los padres en actividades escolares es crucial para el bienestar de los adolescentes). Por lo general, el 55,5 % obtuvo un puntaje alto en la dimensión (Tabla 4).

En cuanto a la dimensión (impacto del contexto social) (tabla 5) se constató fue mayor la cantidad de participantes que estuvieron de acuerdo en relación con el ítem 10 (Comprendo cómo el entorno socioeconómico influye en la dinámica familiar y el comportamiento adolescente) con el 37,0 %. Sin embargo, en el ítem 11, el 33,3 %, reconoció que la cultura familiar afecta la percepción y manejo de las conductas disruptivas, al mismo tiempo que el 35,2 % entiende el papel de la red de apoyo social en la atención de las dificultades familiares relacionadas con los adolescentes (ítem 12). El mayor porcentaje obtenido de la dimensión correspondió al nivel alto (48,1 %) (Tabla 5).

La evaluación global de los profesionales estudiados, mostró que el instrumento permitió definir que el 55,5 % presentó una puntuación alta, mientras el 29,6 % fue media y el 14,9 % restante baja.

 

 

DISCUSIÓN

La atención de adolescentes con conductas disruptivas representa un desafío significativo para los profesionales de Enfermería, quienes deben estar equipados con un sólido conocimiento sobre diversas dimensiones que influyen en el comportamiento del adolescente. Esta investigación tuvo como objetivo evaluar el nivel de conocimiento del personal de Enfermería en relación a la atención de esta población específica y los resultados obtenidos revelan información valiosa sobre la preparación y competencia de este grupo profesional.(2,6,8,10)

Coincidiendo con De la Cruz et al.,(12) la edad y la experiencia de estas enfermeras se traduce en un conocimiento actualizado y pertinente, dado que las dinámicas familiares y sociales que impactan en la adolescencia han cambiado de manera considerable en las últimas décadas. En términos de conocimiento sobre la influencia familiar, un 66,7 % de los profesionales de Enfermería mostró un nivel alto. Este resultado demuestra que la familia juega un papel primordial en el desarrollo y la modificación de conductas en adolescentes.

En la dimensión de conocimiento sobre la influencia familiar, un 29,6 % de los profesionales se mostró de acuerdo con el ítem que aborda la comprensión de cómo las dinámicas familiares afectan el comportamiento de los adolescentes. Este resultado sugiere que existe un reconocimiento de la complejidad del entorno familiar en el desarrollo conductual. Sin embargo, se observa que una cifra considerable de los encuestados reportó un nivel de conocimiento alto, lo que contrasta con el hecho de que un 35,2 % afirmó estar de acuerdo en reconocer la influencia de los estilos de crianza en la aparición de conductas problemáticas.

Al comparar estos resultados con estudios previos, como los de Izquierdo et al.(20) y Chasillacta y Nuñez,(21) quienes destacaron la importancia de la familia en el tratamiento de conductas disruptivas, se enfatiza en la necesidad de fortalecer la formación continua en este ámbito. Es criterio de los autores que, aunque se constata un buen nivel de conocimiento general, es esencial profundizar en la educación sobre el impacto de la familia en la salud mental del adolescente.

Según los resultados de la dimensión sobre la estrategia de intervención familiar, el 31,5 % de los encuestados expresó estar de acuerdo con conocer estrategias familiares efectivas para abordar dichas conductas. Este porcentaje se elevó al 35,1 % en relación a la importancia de mantener una comunicación abierta entre padres e hijos, lo que subraya la relevancia del ambiente familiar en la gestión de problemas conductuales. Además, un 33,3 % indicó una comprensión adecuada sobre la necesidad de buscar ayuda experta cuando se presentan conductas disruptivas.

El hecho de que el 51,9 % de los profesionales obtuviera puntuaciones altas sugiere un nivel aceptable de conocimiento entre los profesionales en esta área. Sin embargo, autores como Dandicourt(22) y Martínez(23)señalan la necesidad de capacitación continua y desarrollo profesional para mejorar la atención a este grupo etario, lo que es fundamental para optimizar tanto la intervención familiar como la colaboración interdisciplinaria en el tratamiento de adolescentes con tales conductas.

El rol de la educación familiar se evaluó en la dimensión correspondiente, donde más de un tercio de los enfermeros mostró un acuerdo absoluto sobre la importancia de la formación en habilidades parentales, lo que permite mejorar el comportamiento de los adolescentes. Entretanto la respuesta neutral respecto a la educación familiar como recurso preventivo indica una posible falta de información o énfasis en este aspecto elemental.

El 35,2 % de los encuestados también coincidió en que el involucramiento parental en actividades escolares es fundamental para el bienestar juvenil. No obstante, el hecho de que el 55,5 % obtuvo un puntaje alto sugiere que, aunque hay un reconocimiento de la importancia de la educación familiar, persisten vacíos en la comprensión de cómo aplicar este conocimiento de manera efectiva en la práctica diaria.

Al comparar estos hallazgos con investigaciones previas, como la realizada por Vitón,(24)se enfatiza la necesidad de implementar programas de formación continua para enfermeros, centrados en la responsabilidad de la educación familiar. Esta falta de alineación entre la percepción y el conocimiento refleja una oportunidad crítica para el desarrollo profesional en el área de la salud del adolescente.

En la dimensión impacto del contexto social un 37 % de los participantes expresó un acuerdo total respecto a la influencia del entorno socioeconómico en la dinámica familiar y el comportamiento del adolescente. Este resultado es comparable con estudios como los llevado a cabo por Jaime et al.(25) y Cuevas y Moreno,(26) quienes subrayan la importancia del contexto socioeconómico en las conductas problemáticas de los adolescentes.

Sin embargo, se observó una disminución en el reconocimiento de otros factores, como la cultura familiar (33,3 %) y la relevancia de la red de apoyo social (35,2 %), lo que sugiere una posible subestimación de estos aspectos en la práctica profesional. Este fenómeno sugiere que, aunque los profesionales de Enfermería comprenden el papel del entorno variable, pueden carecer de estrategias efectivas para abordar la diversidad cultural y social en su atención, según los autores de esta investigación.

Los autores manifiestan que, el hallazgo más relevante indicó que un 48,1 % de los encuestados presentaron un nivel alto de conocimiento, lo cual es alentador, pero requiere que se fomente una formación continua con una visión integral de la situación social del adolescente. Esto no solo enriquece sus intervenciones, sino que también mejora la atención brindada a esta población vulnerable. La investigación tiene un alcance significativo, ya que busca identificar las habilidades y competencias necesarias para afrontar este tipo de situaciones. A través del instrumento evaluativo aplicado, se obtuvo información que mostró la preparación teórica y práctica de los profesionales en la especialidad de Enfermería en el manejo de estos adolescentes, de manera que contribuye a mejorar la calidad de la atención y promover intervenciones más efectivas.

Sin embargo, presenta limitaciones, como la posible subjetividad de las respuestas de los encuestados y la variabilidad en la formación académica o la experiencia laboral de los enfermeros. Además, el enfoque puede no abarcar todas las variables sociales y psicológicas que afectan a los adolescentes, lo que podría limitar la generalización de los resultados. A pesar de ello, los hallazgos servirán como base para futuras investigaciones y capacitación en el área.

 

CONCLUSIONES

Los enfermeros con experiencia en abordar conductas disruptivas poseen un nivel alto de conocimiento, lo cual favorece la prevención y tratamiento de los adolescentes con esta problemática de salud. No obstante, se requiere profundizar en la aplicación y control de los programas preventivos en los diferentes niveles educacionales, para mejorar la comprensión familiar y comunitaria en prácticas saludables de atención integral al adolescente.

 

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CONFLICTOS DE INTERESES
Los autores declaran no tener conflictos de intereses

DECLARACIÓN DE AUTORÍA
Tamara Estrella Smith-Calderón (Conceptualización. Análisis formal. Metodología. Investigación. Supervisión. Visualización. Redacción–revisión y edición).
Benito Ricardo Payarés-Comas (Conceptualización. Análisis formal. Metodología. Investigación. Supervisión).
Magdalena de la Caridad Montalvo-Díaz (Conceptualización. Análisis formal. Metodología, Investigación. Supervisión).
Rolando Rodríguez-Puga (Análisis formal. Metodología. Redacción–revisión y edición). Yaniar Zayas-Bazán-Carballo (Análisis formal. Visualización. Redacción–revisión y edición).
Yoánderson Pérez Díaz (Análisis formal. Visualización. Redacción–revisión y edición).